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Crónica de una agonía anunciada de la agropecuaria de Santa Cruz

IMPACTO.- Los pequeños productores de Santa Cruz se ven en «un pozo sin salida» por la falta de carburantes y el alto costo de insumos, afectando a toda la economía que depende del agro, desde transportistas hasta comerciantes.

Isidoro Barrientos, presidente de la Cámara Agropecuaria de Pequeños Productores del Oriente (CAPPO), describe la situación del sector agrícola en Santa Cruz como un «pozo sin salida». Su voz no es solo la de un líder del sector, sino la de miles de familias que dependen de la tierra y que hoy, a duras penas, encuentran cómo sostenerse. En la antesala de la campaña agrícola 2024-2025, el panorama es más oscuro que nunca: sin carburantes, con insumos a precios imposibles, la escasez de dólares y el cambio climático devastando sus esfuerzos, el futuro es incierto.

PRECIOS DE INSUMOS POR LAS NUBES Y COMBUSTIBLE ESCASO

Las sequías del verano pasado, que Barrientos recuerda como las peores en más de 40 años, dejaron el campo seco y quebrado, y sus efectos aún laten en la memoria colectiva de estos trabajadores. “Las lluvias se llevaron todo; el invierno no dio tregua. No tenemos semillas y los insumos están tan caros que la mayoría renuncia a sembrar”, lamenta. Sumado a esto, el diésel, indispensable para poner en marcha la maquinaria agrícola, se encuentra racionado y a precios altísimos, a merced de revendedores que aprovechan la desesperación del campesino. Barrientos recalca que el combustible es vital, pues una siembra no es cosa de un día o dos, sino el resultado de semanas de esfuerzo y de una cuidadosa planificación que, ahora, se ve truncada.

NO HAY CREDITOS PESE A LAS PROMESAS

La economía agrícola de Santa Cruz, que tradicionalmente impulsa a toda la región, hoy está frenada. Antes, algunos productores lograban crédito de empresas privadas o del sistema bancario, pero hoy, con los altos riesgos que enfrentan, esos apoyos han desaparecido. Barrientos explica que muchos de sus colegas ya no pueden acceder a financiamientos básicos, ni siquiera para sembrar arroz, maíz o sorgo, lo que augura un fuerte déficit de estos productos para el consumo nacional y amenaza la seguridad alimentaria de todo el país.

TODA LA ECONOMÍA AFECTADA

Los efectos en la población se sienten de inmediato: los precios de la canasta básica suben sin pausa, el costo de los insumos agrícolas se ha incrementado hasta un 200% en algunos casos, y la electricidad, vital para el procesamiento y conservación de los productos, es más cara que nunca. “La situación es catastrófica”, admite Barrientos, con una tristeza que parece haberse arraigado en el rostro de cada productor. “Todo el sector está afectado: los transportistas, los comerciantes, los mecánicos; Santa Cruz vive de la agricultura, y cuando el agro cae, todos caemos con él”.

“No es solo cuestión de números, es la vida de la gente. Familias enteras dependen de estas tierras, y sin una solución, no sabemos hasta dónde llegará esto”. Barrientos denuncia que los problemas no se resolverán hasta que las autoridades competentes presten atención a la realidad del agro y trabajen junto a los productores para crear soluciones efectivas.

FUTURO INCIERTO DE LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES

Para los pequeños agricultores de Santa Cruz, el futuro es incierto. No saben si podrán sembrar, ni si habrá una próxima cosecha. Lo único claro es que, de no cambiar la situación, el campo se apagará, dejando una estela de hambre y desesperanza. “Mañana será difícil”, concluye Isidoro Barrientos, pero en esa frase, tan sencilla como devastadora, resuena el grito de todos los pequeños productores que ven en cada parcela de tierra no solo su sustento, sino su vida, concluyó Barrientos.