El economista Fernando Romero, presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija, advirtió que la subvención a los hidrocarburos ha experimentado un crecimiento vertiginoso del 225% desde 2021. Según sus estimaciones, el gasto para 2024 alcanzará los 2.912 millones de dólares, un monto que representa un aumento significativo frente a los 439 millones de dólares presupuestados en 2021.
Romero subrayó que, año tras año, el gasto efectivo ha superado lo presupuestado. En 2021, se ejecutó un 44% más de lo planificado; en 2022, casi 2,5 veces lo programado; y en 2023, un 66% adicional a lo establecido por el gobierno nacional. Esta tendencia muestra una presión cada vez mayor sobre las finanzas públicas.
PROYECCIONES CRÍTICAS PARA 2024 Y 2025
Para el cierre de 2024, Romero estima que el gasto real será de 2.912 millones de dólares, lo que significaría un incremento del 361% en comparación con 2021. En base a estas tasas de crecimiento, anticipa que para 2025 el presupuesto destinado a la subvención podría superar los 2.129 millones de dólares, un 49% más que el actual.
Este crecimiento exponencial refleja la creciente dependencia de las importaciones de diésel y gasolina. Según Romero, el estado no solo enfrenta una creciente demanda de divisas para adquirir hidrocarburos, sino también de moneda local para mantener la subvención.
EFECTOS ESTRUCTURALES EN LA ECONOMÍA NACIONAL
Romero calificó la política de subsidios como una “subvención cancerígena” para la economía boliviana. Además de los costos directos, se han registrado problemas recurrentes de desabastecimiento de combustibles. Esto, combinado con una limitada sustitución de importaciones y una creciente escasez de divisas, está generando una crisis estructural entre lo fiscal y lo hidrocarburífero.
El economista destacó que aproximadamente el 40% de los hidrocarburos importados se pierde en contrabando, actividades ilícitas o en el uso de vehículos indocumentados. Este fenómeno, junto con la falta de políticas integrales, podría llevar al país hacia una crisis financiera más grave, incluyendo default, devaluación y mayor inflación.