
Los primeros resultados publicados de los comicios presidenciales en Perú reflejaban una mínima de diferencia a boca de urna: Keiko Fujimori (50.3%) y Pedro Castillo (49.7%), dejando en suspenso la votación y a la espera de que avance el conteo de votos para conocer si esta diferencia se amplía o en todo caso podría darse un cambio con la llegada de resultados del área rural.
Después de una jornada sin complejidades para constituir las mesas electorales, con un padrón de más de 25 millones de habilitados, los peruano decidieron quién será su próximo presidente. Ahora, comenzó el escrutinio, un proceso que podría demorarse si, como vaticinan las encuestas, el resultado termina siendo realmente ajustado.
Es que con proyectos antagónicos, el maestro de escuela rural y la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori llegan empatados en los sondeos a este ballotage, tras una campaña marcada por la incertidumbre y la exacerbación de los miedos, lo que elevó el precio del dólar el viernes a un récord de 3,9 soles.
Castillo encabezó ayer un desayuno familiar en el patio interior techado de su casa en el caserío de Chugur, en la región norteña de Cajamarca, y acudió a votar al mediodía al cercano pueblo Tacabamba, seguido por las calles por centenares de lugareños.
“He tomado una decisión, no voy a estar en Lima por la salud de mis padres”, anunció el candidato tras sufragar en la escuela Simón Herrera, al anular su plan de viajar a la capital a esperar los resultados. “Vamos a ser respetuosos en cuanto haya algún informe oficial” del escrutinio del ballotage, indicó también el candidato de 51 años, vestido con casaca marrón y sombrero blanco de copa alta, típico de los campesinos de Cajamarca.
Keiko Fujimori, que participó en un desayuno familiar sobre las faldas de un cerro en una pobre barriada del distrito limeño de San Juan de Lurigancho, también indicó que reconocerá los resultados. “Desde ahora puedo decir que sea cual sea el resultado, respetaré la voluntad popular como debe ser”, prometió la candidata de 46 años, que se juega por tercera vez la posibilidad de convertirse en la primera presidenta de Perú.