Kylian Mbappé ya es jugador del Real Madrid. Tras una historia de amor-odio que se remonta a 2017 y después de cuatro intentos fallidos de que el francés vistiese de blanco, ayer se hizo oficial la llegada del delantero para sumarse a la plantilla del reciente campeón de Europa.
El pasado 15 de febrero se puso la primera piedra del gran anuncio. No por inesperado, pero sí por su magnitud. Aquel jueves, por la tarde, un día después del día de los enamorados, se rompió la historia de amor Mbappé-PSG y empezó la reconciliación de Mbappé con el Real Madrid, aún con heridas por cerrar.
Hace siete años que el Real Madrid puso sus ojos en un joven futbolista nacido en la localidad de Bondy, situada en el departamento de Sena-San Denis, al nordeste de París, que deslumbraba en el Mónaco.
Con 19 años recién cumplidos y una irrupción meteórica. En la Ligue 1 y en la Liga de Campeones. 28 goles y 14 asistencias en 46 partidos. Seis de dichos tantos en nueve partidos de “Champions”, todos ellos en eliminatorias, que llevaron al Mónaco a las semifinales, donde cayeron contra la Juventus.