Con grandes enfrentamientos, reencuentros, clásicos históricos y cuentas pendientes sobre el terreno de juego arranca la nueva Liga de Campeones, puesta en la escena del calendario futbolístico en el Foro Grimaldi de Mónaco.
El legendario guardameta italiano Gianluigi Buffon y el mítico goleador portugués Cristiano Ronaldo fueron maestros de ceremonia, manos inocentes encargados de trazar los recorridos competitivos de los equipos.
La “Champions” del cambio echó a andar. Como toda variación que se precie plagada de alicientes y con la esperanza de un paso adelante positivo que responda a la exigencia, deportiva y económica, de los nuevos tiempos y salga al paso, y arrincone la idea de la Superliga que sobrevuela desde hace tiempo por el fútbol del Viejo Continente y que pone en cuestión el poder organizativo de la UEFA.
La configuración de la Liga de Campeones, que contará con 36 equipos, cuatro más hasta ahora, fue rápida, fulgurante. Sin posibilidad de ‘bolas calientes’; solo condicionada por el capricho del ordenador, de la tecnología que del tirón establecía los ocho equipos que acompañaban a un noveno, extraído, este sí, de un bombo.