En México los secuestros son un negocio lucrativo y cotidiano
DENUNCIAS. Pese al descenso en el número de secuestros, en México todavía impera esta práctica por parte de grupos vinculados al crimen organizado y al narcotráfico. DW analiza con expertos un fenómeno “cotidiano” en esta región.
El secuestro masivo de unas sesenta personas el fin de semana pasado en el estado de Sinaloa (México) es el reflejo de un fenómeno que está a la orden del día en el país latinoamericano. Las desapariciones forzadas se producen no solo de mexicanos, sino también de migrantes en su paso hacia Estados Unidos por parte de bandas vinculadas al crimen organizado o al narcotráfico. Una actividad criminal de la que expertos consultados por DW señalan que se ha convertido en parte del «menú de violencia» de México.
«El secuestro no se da solo con fines económicos, sino también para otros propósitos más complejos como sembrar terror», indica a DW Juan Carlos Torres, de la Universidad Don Bosco (UDB), en El Salvador. «Cuando hablamos de secuestros en México nos referimos a una violencia cotidiana, a parte del menú de violencia que a diario sufren sus habitantes», sostiene.
Pese a que la evolución de esta práctica muestra un descenso sostenido en la última década, actualmente se siguen produciendo hasta 3,3 secuestros en promedio al día en México, según los últimos datos contabilizados por la asociación Alto al Secuestro. Solo en el primer bimestre de 2024 se han registrado 141 desaparecidos, un incremento del 14,6% respecto al mismo período del año anterior.
El secuestro es un fenómeno que adopta muchas modalidades. Por un lado, existe un secuestro con fines económicos contra integrantes de la elite empresarial, de la clase política o personas de clase media-alta, cuyos reponsables son secuestradores que se dedican a esta actividad como tal, señala a DW David Saucedo, consultor en seguridad mexicano.
Estos secuestros con fines de extorsión «buscan obtener ganancias económicas, influir en decisiones empresariales u obtener algún tipo de ventaja comercial», dice a DW Gabriel Mondragón, investigador en Ciencias Políticas de la Universidad de Hamburgo.
Por otro lado, también se encuentran secuestros con fines de explotación sexual, es decir, hacia jóvenes entre 15 y 25 años, tanto mexicanos como de otros latinoamericanos, engañados y reclutados o prostituidos, indica Saucedo.
Cindy Ortega, investigadora en la Universidad Iberoamericana (Ibero) de Ciudad de México, pone el foco también en los secuestros con fines políticos, especialmente hacia activistas, periodistas u otros que por su actividad «amenazan al crimen organizado directa o indirectamente, así como al gobierno de turno», indica a DW.